Bogotá, biblioteca digital: Memorias para la historia de la medicina en Santafé de Bogotá (PDF)
(Sprache: Spanisch)
Las Memorias para la historia de la medicina en Santafé de Bogotá
tienen el restablecimiento cronológico de un paciente con el mal de arrugas. La
vejez de los datos recobra su eterna juventud. El doctor Pedro María Ibáñez,
autor del libro, mezcló...
tienen el restablecimiento cronológico de un paciente con el mal de arrugas. La
vejez de los datos recobra su eterna juventud. El doctor Pedro María Ibáñez,
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Las Memorias para la historia de la medicina en Santafé de Bogotá
tienen el restablecimiento cronológico de un paciente con el mal de arrugas. La
vejez de los datos recobra su eterna juventud. El doctor Pedro María Ibáñez,
autor del libro, mezcló su pasión por la archivística con su labor de
facultativo y logró un interesante documento.
La simbiosis entre lo ibérico y lo autóctono es evidente. La llegada de
España a las arenas del Caribe y de Gonzalo Jiménez de Quesada a la Sabana
hirvió el caldo de cultivo para las nuevas pestes. La viruela se convirtió en la
quinta columna de los invasores. Poblaciones enteras de indígenas fueron
diezmadas. El azote de los contagios masivos se unió al desarrollo de las
comunidades dominantes.
Los vencidos desaparecen bajo una tumba de olvido y el mestizaje formó otra
raza, que también necesitó el auxilio del bisturí.
Sobre los nuevos males se injertaron las averiguaciones de Ibáñez hasta
cruzar las rutas de la enfermedad y el medicamento. Los científicos, sus
inventos, los emplastos, los remedios y los experimentos quedan unidos al
talento intelectual de los científicos que se formaron sobre el enfermo.
No había alternativa. La semiología de las patologías tropicales los
convirtió en médicos. La fuerza intelectual buscó, entre las yerbas, la
tradición y los galenos invitados de España, la solución para mitigar el
quejido.
La botánica entró a jugar parte esencial en la época de los restablecimientos
asombrosos. En Colombia existían remedios para los achaques, pero había que
encontrar la curación sin darle el crédito a los chamanes.
Por ejemplo, dice Ibáñez, en su detallado estilo:El señor Mutis, con laboriosidad ilimitada, hizo plantar canelos en
Mariquita y conocer los de los Andaquíes; descubrió, analizó y remitió a
Europa el té de Bogotá; supo, por don Miguel de Merizalde y Santisteban (padre
del doctor Félix Merizalde), que en los montes de Tena, en Pasto y en otros
puntos del país existían árboles de quina iguales a los de Loja, los buscó,
recogió la corteza, estudió experimentalmente sus propiedades terapéuticas y
propagó su uso; trabajó en la flora de Bogotá en una dilatada serie de años;
estudió las probabilidades de curación que tenía la elefancia, enfermedad que
se propagaba de una manera alarmante; y en asocio del virrey, pidió a la corte
se indagase cuál era el aceite de palma, del cual se decía preservaba de la
enfermedad a los habitantes de África, que lo usaban en unciones, creyendo
obtener igual resultado en el virreinato, situado en igual latitud que
aquellos países.
Para la realización del presente libro se confrontaron las
siguientes ediciones:
Imprenta de vapor de Zalamea hermanos, 1884;
Imprenta Nacional, 1968.
tienen el restablecimiento cronológico de un paciente con el mal de arrugas. La
vejez de los datos recobra su eterna juventud. El doctor Pedro María Ibáñez,
autor del libro, mezcló su pasión por la archivística con su labor de
facultativo y logró un interesante documento.
La simbiosis entre lo ibérico y lo autóctono es evidente. La llegada de
España a las arenas del Caribe y de Gonzalo Jiménez de Quesada a la Sabana
hirvió el caldo de cultivo para las nuevas pestes. La viruela se convirtió en la
quinta columna de los invasores. Poblaciones enteras de indígenas fueron
diezmadas. El azote de los contagios masivos se unió al desarrollo de las
comunidades dominantes.
Los vencidos desaparecen bajo una tumba de olvido y el mestizaje formó otra
raza, que también necesitó el auxilio del bisturí.
Sobre los nuevos males se injertaron las averiguaciones de Ibáñez hasta
cruzar las rutas de la enfermedad y el medicamento. Los científicos, sus
inventos, los emplastos, los remedios y los experimentos quedan unidos al
talento intelectual de los científicos que se formaron sobre el enfermo.
No había alternativa. La semiología de las patologías tropicales los
convirtió en médicos. La fuerza intelectual buscó, entre las yerbas, la
tradición y los galenos invitados de España, la solución para mitigar el
quejido.
La botánica entró a jugar parte esencial en la época de los restablecimientos
asombrosos. En Colombia existían remedios para los achaques, pero había que
encontrar la curación sin darle el crédito a los chamanes.
Por ejemplo, dice Ibáñez, en su detallado estilo:El señor Mutis, con laboriosidad ilimitada, hizo plantar canelos en
Mariquita y conocer los de los Andaquíes; descubrió, analizó y remitió a
Europa el té de Bogotá; supo, por don Miguel de Merizalde y Santisteban (padre
del doctor Félix Merizalde), que en los montes de Tena, en Pasto y en otros
puntos del país existían árboles de quina iguales a los de Loja, los buscó,
recogió la corteza, estudió experimentalmente sus propiedades terapéuticas y
propagó su uso; trabajó en la flora de Bogotá en una dilatada serie de años;
estudió las probabilidades de curación que tenía la elefancia, enfermedad que
se propagaba de una manera alarmante; y en asocio del virrey, pidió a la corte
se indagase cuál era el aceite de palma, del cual se decía preservaba de la
enfermedad a los habitantes de África, que lo usaban en unciones, creyendo
obtener igual resultado en el virreinato, situado en igual latitud que
aquellos países.
Para la realización del presente libro se confrontaron las
siguientes ediciones:
Imprenta de vapor de Zalamea hermanos, 1884;
Imprenta Nacional, 1968.
Autoren-Porträt von Pedro María Ibañez
Médico, historiador y periodista nacido en la hacienda Tunjuelo, en los límites entre Bogotá y Usme, el 20 de noviembre de 1854, muerto en
Bogotá, el 21 de octubre de 1919.
Recibió el título de doctor en medicina en 1876 y se convirtió en el
cirujano por antonomasia de la historia de Bogotá. Participó en la guerra de
1876-1878, en calidad de médico del ejército del gobierno nacional. Al término
de la guerra civil fue nombrado adjunto en la legación diplomática de Colombia
en Francia; en París amplió sus conocimientos en medicina. Una de sus primeras obras es las Memorias para la historia de la
medicina en Santafé de Bogotá. Luego se dedicó a una de sus grandes
pasiones, el periodismo. Colaboró en el Papel Periódico Ilustrado donde publicó
numerosos artículos científicos e históricos. Fue en esta época donde comenzó a apasionarse por las
tradiciones colombianas y se propuso rescatarlas y divulgarlas, hecho que se
cristalizó con sus Crónicas.
Fue miembro fundador de la Academia Colombiana de Historia.
Bibliographische Angaben
- Autor: Pedro María Ibañez
- 2006, Spanisch
- ISBN-10: 9589733476
- ISBN-13: 9789589733479
- Erscheinungsdatum: 15.11.2006
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eBook Informationen
- Dateiformat: PDF
- Größe: 1.40 MB
- Mit Kopierschutz
Sprache:
Spanisch
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